Me agotó la pose del genio travieso.
Cada anécdota quiere brillar más que la anterior; Osaka, Zurich, Queens, Ginebra, el Atacama. Mucho paisaje, poca claridad.
Sí, hay ideas, pero el llamado "quantum shadows" nunca se explica con paciencia, solo con guiños.
Lo peor: el gesto de apostar un osciloscopio y de abrir un rack de qubits con combinación como si fuese una travesura simpática. Ese romanticismo del riesgo suena hueco.
Salí frustrado y cansado; dos estrellas.